Siglo XIX

Al llegar el siglo XIX, puede decirse que la Hermandad sufrió la época más amarga de su existencia. Los recursos económicos habían descendido y a ello se añade la invasión francesa en los primeros años, tan famosa en expolios y destrucciones.

En 1816 se produce el tercer traslado de las imágenes a la Colegiata, por la ruina total de su Capilla. En esta ocasión habrán de residir allí durante nada menos que hasta 1840, fecha en la que vuelven de nuevo a su sede tras la reedificación de la misma. La desamortización de Mendizábal también trae consecuencias para la Hermandad, al incautarse el Estado de los bienes de la Iglesia, trasladándose la Escuela a nuestro edificio para librarlo de la enajenación.

Así que, en estas fechas, la Capilla de la Vera-Cruz sirvió para atender a ambas necesidades, el culto de la Hermandad y la Escuela, lo que contribuyó a un nuevo deterioro de la misma. En 1868, año de “la Gloriosa”, revolución que terminaría con el reinado de Isabel II, la Hermandad sufre el revés más importante y triste de su historia, al perder los derechos sobre sus propiedades inmuebles, la Capilla, el solar y edificio colindante, que son concedidas por la Junta Revolucionaria de Sevilla al Ayuntamiento de la villa, el cual las había solicitado con el fin de dedicarlas a la instrucción pública, es decir, a escuela de niñas.

Al llegar el siglo XIX, puede decirse que la Hermandad sufrió la época más amarga de su existencia. Los recursos económicos habían descendido y a ello se añade la invasión francesa en los primeros años, tan famosa en expolios y destrucciones.

En 1816 se produce el tercer traslado de las imágenes a la Colegiata, por la ruina total de su Capilla. En esta ocasión habrán de residir allí durante nada menos que hasta 1840, fecha en la que vuelven de nuevo a su sede tras la reedificación de la misma. La desamortización de Mendizábal también trae consecuencias para la Hermandad, al incautarse el Estado de los bienes de la Iglesia, trasladándose la Escuela a nuestro edificio para librarlo de la enajenación.

Así que, en estas fechas, la Capilla de la Vera-Cruz sirvió para atender a ambas necesidades, el culto de la Hermandad y la Escuela, lo que contribuyó a un nuevo deterioro de la misma. En 1868, año de “la Gloriosa”, revolución que terminaría con el reinado de Isabel II, la Hermandad sufre el revés más importante y triste de su historia, al perder los derechos sobre sus propiedades inmuebles, la Capilla, el solar y edificio colindante, que son concedidas por la Junta Revolucionaria de Sevilla al Ayuntamiento de la villa, el cual las había solicitado con el fin de dedicarlas a la instrucción pública, es decir, a escuela de niñas.

Parece ser que a mediados de este siglo es cuando la Hermandad adquiere una nueva imagen de Nuestra Señora de la Antigua que sustituye a la primitiva, vinculándose con la obra del escultor sevillano Gabriel de Astorga.

Por este motivo y por cuarta vez, se produce el peregrinaje del Cristo de la Salud y de la Virgen de la Antigua a la Colegiata de Olivares, ahora convertida en Parroquia, expoliándose en este traslado bastantes enseres de la Hermandad. Serán años de escasez y decadencia, hasta tal punto que la Virgen había de procesionar en el paso prestado por la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad. El Ayuntamiento, entretanto, termina por abandonar la Capilla, “la cual queda en completa ruina y sus muros en alberca durante dos décadas”.

Parece ser que a mediados de este siglo es cuando la Hermandad adquiere una nueva imagen de Nuestra Señora de la Antigua que sustituye a la primitiva, vinculándose con la obra del escultor sevillano Gabriel de Astorga.

Por este motivo y por cuarta vez, se produce el peregrinaje del Cristo de la Salud y de la Virgen de la Antigua a la Colegiata de Olivares, ahora convertida en Parroquia, expoliándose en este traslado bastantes enseres de la Hermandad. Serán años de escasez y decadencia, hasta tal punto que la Virgen había de procesionar en el paso prestado por la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad. El Ayuntamiento, entretanto, termina por abandonar la Capilla, “la cual queda en completa ruina y sus muros en alberca durante dos décadas”.

Indagando, hemos encontrado en la Revista Sevilla Mariana, editada en 1881, en un artículo firmado por Manuel de Vargas y Fernández, en el que se informa que las imágenes titulares se ubicaban en la Capilla de San Cristóbal de la extinta Colegiata.

La Capilla volvió a reconstruirse con la inestimable ayuda económica de doña Josefa Valcárcel Blonmach, tía abuela de Ana y de María Olivencia Pérez, y fue provista de valiosos retablos y otras dotaciones necesarias. Así, tras su bendición en 1895 por don Isaías Álvarez Barrera, cura párroco de Olivares, de nuevo vieron la luz los cruceros tras el definitivo retorno de las imágenes a su verdadera ubicación. Comenzaba así una nueva etapa para la Hermandad de la Santa Vera-Cruz.

Indagando, hemos encontrado en la Revista Sevilla Mariana, editada en 1881, en un artículo firmado por Manuel de Vargas y Fernández, en el que se informa que las imágenes titulares se ubicaban en la Capilla de San Cristóbal de la extinta Colegiata.

La Capilla volvió a reconstruirse con la inestimable ayuda económica de doña Josefa Valcárcel Blonmach, tía abuela de Ana y de María Olivencia Pérez, y fue provista de valiosos retablos y otras dotaciones necesarias. Así, tras su bendición en 1895 por don Isaías Álvarez Barrera, cura párroco de Olivares, de nuevo vieron la luz los cruceros tras el definitivo retorno de las imágenes a su verdadera ubicación. Comenzaba así una nueva etapa para la Hermandad de la Santa Vera-Cruz.