La Hermandad rinde culto a María Santísima en la advocación de Nuestra Señora de la Antigua. Es una imagen de candelero para vestir, articulada y donde sólo el rostro, el cuello y las manos están esculpidos, vestida con saya, manguitos, manto y tocado, y portando sobre sus sienes una corona.
En su rostro de cuidadas facciones, de gran ternura y delicadeza acumula toda su expresividad. La mirada es frontal, bajo cejas curvadas suavemente, reflejando así su dulce dolor. Presenta un tanto alargado el óvalo facial, al igual que la nariz recta, ojos almendrados con largas pestañas, labios finos y cerrados. Presenta cabellera tallada con raya en el centro desde la que se distribuyen en ondas los cabellos y largas guedejas sobre los pabellones auditivos, que sin embargo, dejan al descubierto el lóbulo para la colocación de pendientes, quedando recogido el cabello en la zona de la nuca con un elegante moño o rodete.
En cuanto a la policromía presenta la original, muy clara en rostro y manos con tonalidades sonrosadas en las mejillas y párpados, lográndose así una apetecida sensación de vida y potenciando los sugerentes aciertos de la talla.
Gracias a estos rasgos, la historiografía artística ha venido vinculando la ejecución de la talla al imaginero sevillano Gabriel de Astorga y Miranda (1804-1895). Este mismo autor esculpió también en 1854 la magnífica imagen de la Inmaculada Concepción que se encuentra en la Colegiata de Olivares, y casi con toda seguridad el Niño Jesús de la Capilla de la Vera Cruz. Mucho más compleja resulta su datación exacta puesto que si bien es cierto que la mayor parte de la obra de Gabriel de Astorga se fecha en la década de los sesenta del siglo XIX, es muy complicado establecer una fecha concreta.
En 2004 la imagen fue restaurada con criterios científicos por doña Cinta Rubio Faure, licenciada en Bellas Artes y restauradora del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.