La Hermandad

Historia de la Estación de Penitencia

La Estación de Penitencia en la noche del Jueves Santo es el principal culto externo de nuestra Corporación como Cofradía de nazarenos. La Hermandad, que durante todo el año desarrolla sus actos de culto, de formación y caridad, sale a la calle para dar público testimonio de Fe y los hermanos revestidos del hábito nazareno acompañan las imágenes del Santísimo Cristo de la Salud y Nuestra Señora de la Antigua en actitud de oración, silencio y recogimiento.

Se trata de un acto de llamada a la conversión y a la realización del Misterio Pascual en nosotros mismos. También tiene una dimensión evangelizadora a través del conjunto de signos que la constituyen y de la actitud sincera de los penitentes, que en todo momento procurarán revelar el rostro de Dios a los hombres. Los hermanos vivirán este acto en unión íntima con Dios y como apóstoles de Cristo ante el pueblo cristiano.

La Semana Santa en la villa de Olivares es sin duda una de las costumbres más arraigadas en el calendario popular de nuestro pueblo. A pesar de los diferentes avatares que la Conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo ha sufrido en Olivares, deberíamos remontarnos al siglo XVI para encontrar el origen de nuestra Hermandad.

Pero para testimoniar de manera documental la aceptación y consolidación de nuestra Corporación debemos recurrir a tiempos de Don Pedro de Guzmán y Zúñiga, I Conde de Olivares.

Las primeras Reglas de la Hermandad de la Santa Vera-Cruz de Olivares datan del año de su fundación, 1552, y se ampliaron en 1596. La Cofradía realizaba la Estación de Penitencia en la noche del Jueves Santo en honor de las Cinco Llagas de Nuestro Señor Jesucristo en torno a sendas cruces de hierro forjado que aún permanecen en las entradas del pueblo.

Nuestra Hermandad, según se desprende de sus antiguas Reglas, penitenciaba de la siguiente forma:

Abría el Cortejo el Mayordomo, oficial de la Cofradía, quien portaba una insignia con una cruz roja, e iba acompañado por cuatro hermanos con túnicas negras portando hachones de brasero alto que se encendían para alumbrar con llamas.

Le seguían dos filas paralelas de “Hermanos de Sangre” o penitentes con sus disciplinas.

Entre los Hermanos de Sangre, cada cuatro, cinco o seis, iba un “Hermano de Luz”, lo que entenderíamos hoy por un nazareno con cirio.

Al final de la procesión, aparecía un gran “Crucifijo grande”, que no podía ser llevado por un lego sino portado por un eclesiástico, acompañado por clérigos y cuatro hermanos con hachones y túnicas negras.

El Crucifijo era portado por un clérigo, tras el que procesionaban los devotos.

Ya entonces la procesión llevaba música de cantores, “los mejores que haya en el pueblo o se hallaren; y además vaya una trompeta que vaya tocando de dolor”. Y existían los diputados de tramo: “y para ponerlos en orden, y esforzar a los Hermanos, vayan cuatro Cofrades, los que los Mayordomos gusten, y eligieren, para gobernar y regir la Procesión, con sus banderas y bastones verdes en las manos con sus túnicas como los que van alumbrando”.

Desconocemos como fue evolucionando y cambiando esta forma de realizar la Estación de Penitencia durante cinco siglos, aunque suponemos que se siguieron recorriendo las cinco cruces de hierro forjado en alusión a las Cinco Llagas. Los hermanos de luz fueron ganando en presencia en la Cofradía y en algún momento indeterminado el actual Cristo de la Salud por sus mayores proporciones dejaría de ser portado por un clérigo pasando a ser portado en andas, uniéndose además al Cortejo la imagen de Nuestra Señora de la Antigua ataviada como dolorosa.

En 1946 se incorporan los costaleros en el paso de la Virgen de la Antigua pues con anterioridad sabemos que las imágenes eran portadas en pasos con maniguetas que cargaban entre unos diez hombres aproximadamente. Como algo excepcional ese año el Cortejo se integró por tres pasos pues el Jueves Santo Nuestro Padre Jesús atado a la Columna se incorporó a la Cofradía, algo que no había ocurrido nunca ni ha vuelto a suceder desde entonces.

Una tradición bastante peculiar, pero que lamentablemente se ha perdido con el paso de los años, era la que sucedía cuando la Cofradía llegaba a la Plaza de Portugal, actual Plaza del Barrio: el Santísimo Cristo de la Salud esperaba que llegara Nuestra Señora de la Antigua para hacerse una reverencia enfrentándose así ambos pasos. Debido al incremento del número de hermanos nazarenos y al amplio Cortejo de la Cofradía resulta imposible que dicho encuentro pueda realizarse.

Desde finales del siglo XX y hasta nuestros días, el crecimiento en la Estación de Penitencia está siendo continuo y progresivo, tanto en el número de hermanos como en la organización. El mantenimiento y restauración del patrimonio está conjugándose con la realización de nuevas insignias y enseres de interés artístico y simbólico.