Historia

A wonderful serenity has taken possession of my entire soul, like these sweet mornings of spring which I enjoy with my whole heart. I am alone, and feel the charm of existence in this spot, which was created for the bliss of souls like mine. I am so happy, my dear friend, so absorbed in the exquisite sense of mere tranquil existence, that I neglect my talents. I should be incapable of drawing a single stroke at the present moment; and yet I feel that I never was a greater artist than now.

When, while the lovely valley teems with

vapour around me, and the meridian sun strikes the upper surface of the impenetrable foliage of my trees, and but a few stray gleams steal into the inner sanctuary, I throw myself down among the tall grass by the trickling stream; and, as I lie close to the earth, a thousand unknown plants are noticed by me: when I hear the buzz of the little world among the stalks, and grow familiar with the countless indescribable forms of the insects and flies, then I feel the presence of the Almighty, who formed us in his own image, and the breath of that universal love which bears and sustains us, as it floats around us in an eternity of blist.

Siglo XVI
Siglo XVII
Siglo XVIII
Siglo XIX
Siglo XX

Hay que remontarse a la primera mitad del siglo XVI para situar la aparición de la Hermandad de la Santa Vera-Cruz de Olivares, que estuvo muy vinculada, desde el principio, a la fundación del propio pueblo por el primer Conde de Olivares, don Pedro de Guzmán y Zúñiga que no era nacido en Sevilla, pero era sevillano de derecho ya que aquí vivió durante mucho tiempo. Fue alcaide de los Reales Alcázares y Atarazanas, y a este pueblo, capital de su Condado trajo el Noble, uniéndolas, las tradiciones religiosas más arraigadas en todo el Reino de Sevilla en aquella época: la devoción a la Santísima Virgen, bajo la advocación de la Antigua y la fundación de la Hermandad de la Santa Vera-Cruz a la que perteneció.

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El siglo XVII constituyó una época de gran esplendor para la Cofradía, sobre todo en su primera mitad. Una fecha crucial fue 1623, año en que el Papa Urbano VIII concede a don Gaspar de Guzmán, hijo de don Enrique de Guzmán, segundo Conde de Olivares, y de doña María de Pimentel y Fonseca, conocido como el Conde-Duque de Olivares y célebre valido de Felipe IV, una bula para que la Capilla de las Nieves, fundada por su padre sobre la antigua Iglesia de Santa María del Álamo, obtuviera el rango de Colegiata. Este hecho trajo consigo la llegada de altos cargos eclesiásticos (abad, canónigos, chantres, racioneros, capellanes…) que pasaron a formar parte de la Cofradía, con el consiguiente auge de la misma, como decíamos, reflejado en la abundancia y solemnidad de sus cultos.

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En el siglo XVIII, con un progresivo ascenso en el número de hermanos, vuelve a recuperar su esplendor la Hermandad. Un hecho curioso y trascendental se produce a principios de la centuria, cuando un grupo de hermanos de la Santa Vera-Cruz funda una nueva Cofradía, la de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad, con Reglas aprobadas en 1712, por lo que en Olivares aparece, haciendo el mismo recorrido penitencial el Viernes Santo, casi dos siglos después de la fundación de la Hermandad de la Santa Vera-Cruz, la Hermandad de la Soledad.

La población había crecido con el desarrollo de los siglos de la Edad Moderna de una manera espectacular.

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Al llegar el siglo XIX, puede decirse que la Hermandad sufrió la época más amarga de su existencia. Los recursos económicos habían descendido y a ello se añade la invasión francesa en los primeros años, tan famosa en expolios y destrucciones.

En 1816 se produce el tercer traslado de las imágenes a la Colegiata, por la ruina total de su Capilla. En esta ocasión habrán de residir allí durante nada menos que hasta 1840, fecha en la que vuelven de nuevo a su sede tras la reedificación de la misma. La desamortización de Mendizábal también trae consecuencias para la Hermandad, al incautarse el Estado de los bienes de la Iglesia, trasladándose la Escuela a nuestro edificio para librarlo de la enajenación.

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Desde comienzos del siglo XX la Hermandad pasó por una época de clara decadencia. Aunque ésta tras la última reconstrucción de la Capilla en 1895 comenzaba una nueva etapa en su andadura habría que esperar aún algunas décadas para conocer el verdadero impulso que la hizo revivir tras la Guerra Civil.

A pesar de las circunstancias descritas la Hermandad de la Santa Vera-Cruz aún daba muestras de supervivencia, como atestiguan algunos acontecimientos dignos de mencionar en estos años. Entre ellos, la incorporación a la Hermandad de la imagen del Cristo atado a la Columna, proveniente de la Parroquia y la enajenación en 1903 de la primitiva imagen de Nuestra Señora de la Antigua.

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